Sin dudas, todas y todos hemos escuchado y/o usado la palabra “ansiedad”. Pero ¿sabemos realmente lo que significa? ¿Entendemos cómo funciona y cómo gestionarla?
La ansiedad es un estado emocional, que se puede acompañar de manifestaciones físicas, y ocurre como respuesta normal o esperable ante un estrés o situación de peligro.
Ahora bien, es importante diferenciar entre 2 tipos de ansiedad:
1. Adaptativa: activa nuestros recursos, disminuye los riesgos y moviliza hacia una respuesta conductual (acción).
2. Desadaptativa: genera malestar, estado de hiperalerta y temor persistente, impidiendo movilizarnos a una acción
que nos ayude.
Cuando la ansiedad se vuelve desadaptativa, puede expresarse de diferentes maneras:
¿Por qué persiste en el tiempo?
Aunque a veces sentimos que la ansiedad nos sobrepasa, es importante reconocer que muchas de nuestras conductas
pueden contribuir a mantenerla o incluso intensificarla. Lo que se puede explicar a través del Ciclo de la ansiedad,
en el que identificamos 4 fases:
1. Fase inicial: situación puntual o de carácter incierto que te genera temor o preocupación.
2. Segunda fase: evitación de esa situación para no sentirte así de mal.
3. Tercera fase: activación de conductas de seguridad que te mantengan a salvo.
4. Cuarta fase y final: la evitación funciona como retroalimentador, disminuyendo la confianza y sentimientos de autoeficacia, aumentando así la ansiedad.
Para entender mejor cómo funciona este ciclo, revisemos el ejemplo de Juan que muestra cómo la ansiedad se manifiesta a través del tiempo:
1. Fase inicial: ir en metro en horario pick, te genera ansiedad y sientes miedo a que te pueda ocurrir algo.
2. Segunda fase: inventas excusas para irte en otro medio de transporte o, de frentón, no vas a algunos sitios para evitar el metro.
3. Tercera fase: un día que debías ir en metro, pediste que alguien te acompañara, y le dices que vayan más tarde para evitar el horario pick.
4. Cuarta fase: al evitar la situación y/o utilizar estas estrategias rígidas (no ir en hora pick, ir acompañado siempre), no compruebas que eres capaz de hacerlo bien, lo que disminuye tu confianza y refuerza el miedo para una próxima vez.
¿Qué podemos hacer?
Ahora que sabemos cómo identificarla y reconocer nuestras conductas sostenedoras, debes saber gestionarla de manera saludable, aquí algunos pasos prácticos:
¿Cómo prevenir y disminuir la ansiedad?
Exponernos y enfrentar ciertas situaciones nos genera ansiedad, incomodidad y miedo. No es sencillo. Aquí te dejo algunas estrategias que pueden ayudarte:
Agenda antiestrés: ayuda a distribuir mejor nuestra energía y mantener un equilibrio en el día a día. La propuesta es dividir nuestras actividades en tres categorías:
Cada noche, revisa si estas tres áreas estuvieron presentes y en equilibrio. Esto te dará una mirada más clara sobre tu bienestar y te permitirá anticiparte al estrés, en lugar de reaccionar sólo cuando ya te sientes sobrepasada o sobrepasado.
Autorregulación: ayuda a reconectar con nuestras necesidades y actuar de forma más intencionada en lugar de automática o evitativa. Vamos con 2 técnicas concretas para eso:
Te ayuda a volver al presente, conectándote con el aquí y ahora, alejándote de los pensamientos ansiosos.
Reestructuración cognitiva: permite cuestionar y cambiar los pensamientos que alimentan tu ansiedad. Puedes seguir estos 4 pasos:
Escribir estos pensamientos y pasarlos por estos filtros te permitirá ver las cosas con más objetividad, reducir la intensidad emocional y sentirte más en control.
Recuerda que la ansiedad es esperable en ciertos contextos e intensidad, pero si sientes que está siendo difícil lidiar con ella es importante que puedas buscar apoyo profesional. Puedes consultar con psicólogas y psicólogos del Servicio de Salud Mental agendando una hora a través de achssalud.cl/saludmental o llamando al 22 515 70 00.
Terapearse es la calma en el aquí y el ahora
Tepapearse es mejor en la Achs
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